El autor explica que este material permite levantar obras en menos tiempo y con un ahorro energético impensado algunos años atrás. Existe la opción de prefabricar en planta y luego entrar al terreno. El mundo de la construcción moderna supo crear edificios icónicos y grandes obras de arquitectura durante todo el siglo XX Incluso antes también, con la emblemática edificación de la Torre Eiffel en París inaugurada en 1889. La mayoría de estas megaobras rompió el molde de la construcción tradicional, a base de hormigón o ladrillo, e incorporaron el acero como pieza clave. Este material cambió el curso de la arquitectura y ya representa un boom en el sector. Con ahorros de tiempo y recursos, los métodos más modernos se centran en el acero como la opción más eficiente y ecológica del futuro. Algunas pinceladas se observan fácilmente en la historia reciente. El Empire State, el famosísimo edificio de películas rodadas en Nueva York, es una de las mejores muestras de la robustez de este material. Levantado en 1931, con sus 443 m de altura, se transformó en un icono de la arquitectura moderna. Para tomar dimensión del ahorro de tiempo que puede lograrse basta considerar que hace casi cien años, el ritmo de construcción del Empire State fue e de cuatro plantas por semana. Hoy el ritmo promedio del sistema tradicional es de una semana. En Barcelona, uno de los edificios más famosos es la Torre Mapfre cuyo material principal es el acero. Se construyó con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992 y es uno de los rascacielos más altos de España. Ejemplos de la utilización del acero para la realización de rascacielos se encuentran en todo el mundo. Hay más, muy identificables. El Gherkin, de Norman Foster, en Londres; el Burj Khalifa, en Dubai, la Torre Unicredit, en Milán; o las Torres Petronas, de César Pelli, en Malasia, son solo algunos de ellos. En Buenos Aires también hemos abrazado la cultura del acero y la ciudad cuenta con imponentes edificios realizados con este noble material. El ex Correo Central es la mejor demostración de la majestuosidad arquitectónica que representa un icono porteño. Fue diseñado por el arquitecto francés Norbert Auguste Maillart, e inaugurado en 1928, por lo que está cerca de cumplir su centenario. Pero también tenemos al famoso Palacio Barolo, que requirió de 650 mil kilos de acero para la construcción de sus 22 pisos y su emblemática torre. Aún hoy deslumhra a la inmensa cantidad de turistas visitan la ciudad a diario. Pese al buen recorrido histórico del acero como eje pendular de grandes obras del siglo XX, su utilización en el presente, y de cara al futuro, se posiciona como la opción más novedosa en arquitectura sustentable, en ahorro energético y en reducción de tiempos y costos. En un mundo donde la sustentabilidad es una demanda imprescindible, la construcción industrializada ofrece la posibilidad de prefabricar en planta y entrar en obra una vez que el terreno está liberado, evitando tiempos muertos y esperas irritantes. La reducción considerable del tiempo de obra no es solamente una virtud para el cliente, también es un factor de vital importancia el ahorro de recursos que eso conlleva. Esta ventaja de tiempo y recursos asegura una calidad homogénea del resultado final de obra, dado que la construcción se realiza en un ambiente controlado con pruebas de laboratorio. Al fabricarse en planta, el sistema es más seguro para los trabajadores, con menos riesgo de accidentes. A diferencia de una obra húmeda, que tiene un desperdicio de residuos entre el 10% y 15%, que termina en el volquete con su consecuente perjuicio para el constructor, en la construcción industrializada es menos del 5%. Se suma la naturaleza del acero, que de por sí tiene una menor huella de carbono por su condición de reciclable infinito. También vale destacar que el acero, al ser más liviano que el hormigón, tiene un menor impacto ambiental porque requiere menos fundiciones y movimientos de suelo. También es un material que, dada su flexibilidad, resulta adecuado para construcciones en zonas sísmicas, de ahí que veamos a este material en los principales lugares en donde ocurren fenómenos naturales de estas características. Otro ítem importante es la cuestión energética. El contexto bélico mundial llevó a que los costos de la energía sean cada vez mayores. Estos sistemas permiten que las construcciones necesiten menos energía para calefaccionar y/o refrigerar, un diferencial frente a otros sistemas constructivos. Este modelo es perfecto para viviendas residenciales. El ahorro se consigue a través de la aislación térmica por toda la configuración de la casa, incluyendo el techo, las paredes, las ventanas y la losa de suelo o sótano. El plus es el uso inteligente de cada elemento que interviene en la producción. Una de esas garantías ya las está identificando el etiquetado de viviendas, el sistema nacional que las define según su eficiencia energética. Entre otros de los aspectos de este sistema aparece la velocidad de ejecución, permitiendo controlar los costos dado que reducen las incertidumbres por la rapidez de ejecución y hay una previsibilidad en el cómputo de materiales. Por ejemplo, si un edificio tradicionalmente tarda tres años en construirse, los hechos con acero se pueden terminar en un año y medio o menos. Esta velocidad de ejecución se puso en práctica en 2020, cuando entre 90 y 120 días pudieron erigirse diez hospitales de 1000 metros cuadrados en distintas provincias de la Argentina para las Naciones Unidas, ante el estallido de la pandemia de coronavirus. En los últimos tres años, a pesar de los vaivenes económicos, se observa una aceleración de estas obras; tanto para construcción de viviendas, como en ampliaciones, construcción de escuelas, hospitales, unidades de primeros auxilios, entre otras. Este material noble y robusto, pero a la vez flexible y liviano, es la alternativa mejor posicionada para lograr construcciones sustentabas, en menor tiempo y con ahorros energéticos impensados hace unos años. El futuro del sector de la construcción está más cerca de lo que parece y su perfil se caracterizará por tener alma de acero.« La velocidad de ejecución se puso en práctica en 2022, cuando entre 90 y 120 días pudieron erigirse diez hospitales de mil metros cuadrados. icono. El CCK, ex Correo Central, es una muestra de la cultura del acero en los edificios porteños. Por Carlos Vaccaro Director Ejecutivo de la Cámara Argentina del Acero (CAA).
Arquitectura, Clarin – 24/09/2024