La política proteccionista que caracteriza a la administración Trump, ya no es novedad a nivel global. Es en ese marco que durante el mes de febrero el Departamento de Comercio de los EE.UU. anunció la aplicación de nuevos gravámenes a la importación de acero y aluminio.

El principal objetivo de la medida que comienza a regir el primer día de abril, es obstaculizar la invasión de la industria china en el mercado norteamericano, pero afecta a los otros países del mundo que cuentan con una siderurgia desarrollada y venden parte de su producción en EE. UU.

En el caso argentino, afecta a la producción de tubos de acero sin costura, un insumo que se utiliza principalmente en la explotación petrolera. Las ventas argentinas en EE.UU. representan u$s 200 millones al año.

Desde el gobierno argentino, no tardaron en iniciar gestiones ante el gobierno norteamericano. La presentación formal para solicitar la excepción fue realizada esta semana por el canciller Jorge Faurie y el ministro de Producción, Francisco Cabrera. El pedido del gobierno argentino destaca que las exportaciones argentinas no son lo suficientemente grandes como para desplazar a la producción de EE.UU., y resalta además la cooperación en materia de defensa y otros instrumentos de cooperación como el Acuerdo Marco de Comercio e Inversión Bilateral.

El resultado fue exitoso. El último jueves, EE.UU. dio a conocer una lista de países aliados entre los que se encuentra Argentina, a los que temporalmente no se le aplicará el arancel.

Río NegroPág. 425/03/2018